En algún lugar cercano a todos, pero alejado del mundo, alguien que se olvidó de cómo llorar, tiende la mano a la espalda de aquel país, que ya no entiende de palabras, pues sólo sabe combatir. Y en las sombras, una nueva vida comienza a surgir de entre los diminutos cuerpos abatidos, que no pudieron escapar de la batalla sin fin. No hay camino que consuele al refugiado, que jamás volverá a ver el atardecer, hoy oculto entre edificios en llamas. Porque el sol abandonó hace tiempo las gélidas tierras de nadie, hoy teñidas de sangre. Mientras, el pueblo desorientado alza sus puños y banderas contra aquellas armas que podrán dañar sus hogares, pero jamás silenciar su patria e ideales. Silbando el himno de la libertad, un soldado del bando opuesto pone a la gente a salvo. Y se alejan con la huida del temporal, soñando despiertos para jamás regresar, y comenzar de cero en algún lugar... donde al menos conservar su dignidad. #microcuento ...