NAÚFRAGO
Siento la arena fría bajo mis pies descalzos y camino por la orilla de un mar que desconozco. El pelo suelto se revuelve en mi rostro y una humedad salada me parte los labios. La noche está cerrada y la luna no acude a su cita diaria. Única luz… el reflejo del alma. El ruido de las olas me resulta tan lejano y a la vez tan cercano porque retumba dentro de mí. Muy adentro. En ese lugar de mi cuerpo que sólo yo sé dónde está, porque es cuestión de sentimiento, imposible de explicar. Pienso en la loca idea de que siguiendo ese camino podría dar toda la vuelta al mundo sin perderme. Y eso para llegar a este mismo lugar, que simulará ser igual a pesar de haber cambiado completamente desde el momento en que decidiera volver, pero no caminando hacia atrás, sino para adelante. Siempre para adelante y sin perder de vista la orilla. Aquella que enmarca un mar de esperanzas y recuerdos que se depositan a lo largo de los años que pasan lentos, cuando el dolor viaja en ellos. No podré perderm...