LAS ANSIAS DEL CAMBIO
Dicen ser héroes quienes prometen consolar aquel grito ahogado y desesperado. Aquel reclamo desconsolado de un pueblo marchito, que amanece ilusionado vistiendo su mejor traje de domingo. Y mientras tanto, todo preparado en ese hogar en desahucio, con el buzón lleno de avisos de embargos, atascado por las deudas y sin ayuda de paro. En la encimera de la cocina yace un café helado (la energía es selectiva desde que se junta con amistades peligrosas), junto a medio vaso de zumo de naranja embotellado, y rebanada de pan de dos días empapado en leche caducada desde hace tres semanas. El pequeño hall de la entrada enmarca una mesa desgastada, de tres patas y media, que alza dos sobrecitos color blanco y salmón, con las papeletas de un futuro mejor prometido por los mismos quienes un día lo robaron. Por aquellos héroes sin propósito ni rumbo que abandonan el barco a la deriva tras debatir soluciones que se quedan en la orilla, pero que no llegan a los hogares de tantísima gent...