#microcuento

Dejé de deambular cuando aquel  semáforo decidió no volver a mostrar su luz verde. Cuando la señal de Stop que le hacía sombra se hizo vulnerable y comenzó a cambiar su mensaje de obligación a simple recomendación. Ambos se vistieron de rojo pasión deteniendo mi avance. Cuando el viento modificó el sentido de las flechas de dirección obligatoria, mi GPS abandonó de repente la ruta del famoso reencuentro, calculada desde hacía varios años. Recalculando un plan B improvisado en medio de la nada, lejos de aquella triste realidad planificada. Mientras afuera el infinito desierto albergaba una extraña lluvia ácida, mezclada con la ya anunciada tormenta de arena. En mi interior la temperatura subía cada vez más rápido. Me asusté al ver que perdía el norte y mis sueños yacían sin vida en el asiento trasero. El acelerador comenzo a tener las horas contadas, y el freno de mano se volvió inmóvil. Las nubes huían aterrorizadas ante unos rayos de sol que apenas reflejaban su luz. Las gotas de lluvia se mezclaban con la humedad del deseo que surgió del recuerdo de llegar a ti. Pero en contra de mi voluntad, nacía una nueva etapa con un claro cambio de rumbo del que no era consciente, mientras la pendiente del camino desdibujada el horizonte burdeos que pronto perdí de vista. Entonces me di cuenta de que ya no había vuelta atrás ni próxima parada. Ni pasado ni futuro. Solo un presente truncado en medio de aquella encrucijada, donde el destino se ocultaba. Ni más ni menos porque había llegado al final de aquel camino que me empeñaba en ampliar. Aquel punto del destino que estaba ya escrito, y que nadie nos había contado. Era el momento de bajar del viaje eterno que habías diseñado conmigo pero pensando sólo en ti, y dejar de ser un alma perdida que buscaba perderse en tu cuerpo, ya inexistente para mí. Llegó el momento de volver a despertar y comprender que los espejismos no solo existen en la mente si puedes tocar, besar, sentir, amar. Tire el llavero con nuestras iniciales al río que nunca alcanzó el mar. Caminé de la mano de mi intuición mientras mi coche ardía en llamas en la distancia. Nunca supe hacia dónde me dirigía. Pero sí que sería feliz sola. Porque ya jamás volvería a leer tus cartas de disculpas fingidas, ni a esperarte llorando en mi alcoba mientras jugabas a ser un héroe. Porque llendo en dirección contraria a tus brazos me sentí más fuerte. Porque por fin fui capaz de poner punto y final a aquella historia con la soledad como protagonista. Mientras, tú me esperabas sentado en tu idílica playa, en medio de un cuento sin argumento, que ahora ardía ferozmente dentro del coche en llamas, con olor a distancia, soledad, olvido y calma.

#saraoss                              #microcuento

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