FINALES QUE MARCAN COMIENZOS
Siempre le costaron los finales. Y
así anda por la vida, con un montón de historias a medio terminar, algunos
libros marcados en el antepenúltimo capítulo y ciertos amores que van y vienen,
porque nunca terminaron de irse, porque nunca los dejó marchar. Los nuevos
amaneceres que nunca van a reemplazar a los que se fueron, y así hasta que un
día se da cuenta de que más que un puzzle parece el acordeón de los recuerdos.
Cada mañana que amanece, cada segundo que deja pasar en cada esquina que dobla
las interminables calles sin final ni principio para gente cobarde que las
transita. Quiere otras historias, otros libros, otros amores, pero es tan
difícil poner punto y aparte y arrancar otro capítulo sin el sabor del
anterior, hoy todavía inconcluso.
Entonces, mirando al mar y bajo la
lluvia, con tantos recuerdos que dejar escapar para forjar nuevos comienzos, se
pregunta si será capaz de afrontar las nuevas cosas sin necesidad de dejar las
anteriores que sabe jamás podrá abandonar, porque aún no terminaron, porque aún
no tienen un final. Pero no siempre se puede dejar pasar lo que no se supo
finalizar. Entonces llora y suspira, y busca la forma de ir por el medio de los
dos caminos para ir un poquito por cada uno, para abarcar lo nuevo pero no
desencadenarse del pasado. Cuesta, cuesta mucho pasar de largo. Todavía no
aprende que de esa forma se termina, no estando en ninguno.
Para solucionar su dilema con los
finales, decidió que podía empezar ordenando el pasado -con la ayuda de su
hermana que siempre tiene una buena razón para hacer que regale las cosas que
quiere conservar aunque no sirvan- y así todo se iba ordenando, aclarando,
solucionando. Hasta que encontró una carta. Justo esa carta que marcó el final...
para que todo lo nuevo pudiera comenzar.
Comentarios
Publicar un comentario