FANTASÍA O REALIDAD


Aún recuerdo cada detalle de aquel inexistente instante en el que el mundo giraba y yo estaba al márgen. La velocidad de las manillas de las horas ganaba al minutero, la velocidad de la lluvia ganaba a la del tiempo. Un tiempo que por desgracia pasaba lento. Voces dormidas, pero sin embargo yo era incapaz de hallar el silencio. Silencio que habitaba fuera de casa, pero no dentro.

Y allí, en lo más profundo de mi sueño, mi mente distraída pero concentrada esquivando el desvelo. Las prisas del amencer no daban tregua a la incipiente luna que enmarcaba el cielo, detrás del vapor de las nubes de algodón a pocos metros del balcón. Y es entonces cuando el corazón se relaja y la mente se acompasa a un ritmo inimaginable, sin saber por qué ni dónde acaba. Comienza la desconexión a altas horas de una madrugada que no se lleva nada bien con el reloj de parez, que marca el tiempo al revés. Creo que es cuestión de volverle a poner en hora, pero prefiero seguir llevando mi ritmo sin esperar a que me diga cuándo hacer las cosas.

Caliento leche hasta que hierve, y con un poquito de miel me asomo al balcón a intentar descubrir si hay estrellas nuevas en el cielo. No puedo dormir sabiendo toda la belleza que me estoy perdiendo. Pero el reloj sigue marcando el tiempo, y yo sin desconectar de todo lo que pienso. Y cuando me decido a tumbarme sobre la cama… visita inesperada, repentina. El sueño invade mi casa, dentro de él suena un timbre que jamás habia escuchado antes, aquel ruido me sobresalta…y veo una sombra que hacecha mi cama, que camina sigilosa e invade mi alma. No puedo moverme, el miedo me sujeta fuerte bajo las sábanas. Y el reloj, que ya marca las dos, cae al suelo por el viento que abre de par en par las ventanas y deja de controlar el tiempo. La sombra se esfuma, quedo sola y asustada agarrada a la almohada. El corazón se acelera, la mente se para. Menos mal que es un sueño, pero aún no consigo despertarme de la angustia vivida en el instante sombrío que todo parecía terminar, cuando lejos de eso vuelve a empezar.
Pero cuando la calma regresa, el silencio se va. Un estruendo desata el pánico contenido en los rincones del olvido. Sólo son fuegos artificiales, ráfagas de luz que mi mente crea para escapar del miedo de la soledad que habita la vivienda. Pero menos mal que todo es un sueño, aunque aún no conseguí despertarme. Y cuando todo se cierra de golpe por el viento que igual que entró tiene prisa por marcharse,  parece que quedo aislada de todo peligro que pueda presentarse. El miedo de mi mente inconsciente no me deja ver que no puede pasarme nada, que la soledad me cuidará y me mantendrá a salvo dentro de la fría cama.

Ahora puedo relajarme, tomarme una tila y dejar de soñar… para simplemente dormir. Pero como en todos los sueños, no consigues despertarte hasta que no estás de verdad en peligro, hasta que no sucede lo peor…hasta que tu alma da un vuelco y tu corazón pega un brinco. Y así sucedió. De repente, mis sentidos empiezan a dejar de sentir, el dolor invade mi cuerpo y las palabras me abandonan para ser sustituídas por gritos ahogados que suplican un despertar que no llega, para que cese la angustia de tener un cuchillo que me corta las venas…entonces es cuando comprendo que jamás podré despertar de un sueño que jamás fue, por estar ya despierta…

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