BROTABA PINTURA
Un débil rayo de sol entraba tímidamente por la
ventana de la habitación, aquella que hace años fue un cuarto de lavandería. Demasiado temprano para recolectar el escaso trigo de los campos marchitos,
pero no para recoger los abundantes detalles del entorno con su sexto sentido y
plasmarlo en su libreta. El día cobraba sentido sólo si comenzaba plasmado y
detenido en el tiempo en aquel lienzo dormido. Y frente al viejo caballete de
herencia, emanaba pintura de entre sus dedos. Los movía cual pinceles sobre el
retrato de su abuelo, cargando de luz aquella imagen que un día fue de carne y
hueso. De su casa sería mejor decir ya que no existían mas paredes que las
cuatro que la separaban del desierto exterior, pero que tanto le inspiraba.
Soñaba con llegar un día a ser pintor, llevar su arte a todos y cada uno de los
rincones del mundo, transportado en su ventana de expresión… y estaba
convencido de que podría conseguirlo.
No podía decírselo a sus padres, bastantes problemas tenían ya con la sequía existente, el ganado casi extinguido por las plagas y la cosecha que a duras penas surgía de la nada… de hecho, no hubo cosecha que recolectar este año. Sabía que pronto le dirían que había que buscar otro lugar para vivir, perdiendo aquel entorno que daba sentido a sus grises días. Pero él, mientras la tormenta acechaba y los malos tiempos empañaban los cristales de la casa, sólo pintaba y pintaba… y pintaría cuadros maravillosos, y los vendería a buen precio en el pueblo más cercano a todos aquellos que jamás valorarían su arte, que sólo compraban por lástima. Pero así sacó sus primeros ahorros que emplearía para comprarles una casa blanca con una puerta de madera maciza y luz en el porche, para alumbrar parte de las largas noches en vela, buscando solución a los inesperados problemas.
No podía decírselo a sus padres, bastantes problemas tenían ya con la sequía existente, el ganado casi extinguido por las plagas y la cosecha que a duras penas surgía de la nada… de hecho, no hubo cosecha que recolectar este año. Sabía que pronto le dirían que había que buscar otro lugar para vivir, perdiendo aquel entorno que daba sentido a sus grises días. Pero él, mientras la tormenta acechaba y los malos tiempos empañaban los cristales de la casa, sólo pintaba y pintaba… y pintaría cuadros maravillosos, y los vendería a buen precio en el pueblo más cercano a todos aquellos que jamás valorarían su arte, que sólo compraban por lástima. Pero así sacó sus primeros ahorros que emplearía para comprarles una casa blanca con una puerta de madera maciza y luz en el porche, para alumbrar parte de las largas noches en vela, buscando solución a los inesperados problemas.
Sí, eso
haría, Dani le escuchaba con atención… veía el brillo de la ilusión en sus
ojos, unas enormes ganas de vivir y desear que amaneciera para empezar a hacer
realidad un sueño de compartir su incipiente arte, a la vez que hacer feliz a
una familia ya rota por los problemas, y sin ganas de seguir adelante.
Y mientras, la comandante que los dias que la guerra se lo permitía se acercaba hasta allí desde las trincheras con su viejo y deformado uniforme, se sentaba junto a él en el porche y al ver lo que había dibujado con el ocre sobre la libreta que un día le regaló por salvar a un bebe en la revolución previa guerra, siempre le susurraba las mismas palabras, que aún recuerda: “ serás un gran pintor “. Incluso le prometió que, en la próxima visita, le traería lápices de colores y acuarelas, para iluminar las grises estampas plasmadas de guerra.
Y mientras, la comandante que los dias que la guerra se lo permitía se acercaba hasta allí desde las trincheras con su viejo y deformado uniforme, se sentaba junto a él en el porche y al ver lo que había dibujado con el ocre sobre la libreta que un día le regaló por salvar a un bebe en la revolución previa guerra, siempre le susurraba las mismas palabras, que aún recuerda: “ serás un gran pintor “. Incluso le prometió que, en la próxima visita, le traería lápices de colores y acuarelas, para iluminar las grises estampas plasmadas de guerra.
Llegó a tener algo parecido, lo encontró una tarde al
paso de un tren que atravesaba el desierto, con vehículos llenos de letras y
símbolos políticos, pero la tinta que tenía en su interior se había secado.
Allí lo dejó la comandante estratégicamente colocado antes de marchar al
campamento, como punto intermedio para que el pequeño no se acercara a terreno
hostil. Las finas vías separaban los campos de lucha y devastación de su
humilde casa, casi alcanzada por las bombas y las llamas. Y él pasó a
recogerlo, con la ilusión de que aquel pack de acuarelas sería la llave de la
felicidad eterna, cuando en realidad sería la tumba de la infinita oscuridad de
sus sueños.
Anochecía y
recomendaban recogerse pronto dado el estado de peligro y guerra existente…
“ojalá pudiese llevarlos conmigo, pero ¿para qué ?” dijo la comandante. Allí
estaban peor en tiendas de campaña, en fin.. se despidió de ellos hasta…
La despedida fue bruscamente cortada por una explosión
que le hizo a él junto a su familia salir al exterior. La casa enfrente suya
contigua al puesto de socorro estaban derruidas, gente corría sin rumbo fijo
gritando consignas contra un líder y a favor de otro. Les llamó, en ese
instante y sin tiempo a saber por qué una ráfaga segó para siempre su vida
viendole a él caer, como también caían sus padres y su hermano. Al acercarse,
vio como entre sus dedos brotaba la vida, lo que un día fue pintura y colores
que tintaban una esperanza gris… y en ese instante la foto que horas antes les
había hecho perdió su color, quedándose para siempre enterraba bajo las
sombras...
muy bueno y.... culto!!!
ResponderEliminarmuy bueno y... culto!!!
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