#microcuento

El color dorado de las hojas anunciaba la llegada del otoño en el pueblo de las montañas que jamás conoció la primavera. La última manzana sin recoger llamó la atención de aquella niña perdida, que jugaba sola, aunque decía estar con compañia. En aquel peldaño de madera, con un suave mordisco la fruta quedó totalmente marchita, lo cual anunciaría la llegada del frío y largo invierno. En el preciso momento en el que un golpe de calor borraría sus más profundos recuerdos, de una niñez que se negaba a dejar su diminuto cuerpo de mujer, mientras luchaba a contrar-reloj por habitar su lugar favorito llamado infancia... y jamás volver a crecer.

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