UNA MENTE QUE SALPICA


Antes no existía…ahora sí. Solo puedo escuchar el silencio. Me robo una frase que me conmueve mas que las demás... "todos los recuerdos de mi misma"... que soy yo misma también, que somos todos, pero que hoy soy solo yo. Recuerdos en los espejos, recuerdos enmarcados en madera cromada desgastada por el paso de los años, que sólo comprobamos a través de papeles con numeraciones extrañas. Calendarios, los llaman, creo. En cada esquina doblada de realidades pasadas habitan los sentimientos, que atrás quedaron como el hielo, congelados pasando a formar parte de otra dimensión, de otro universo.
Y yo aquí sigo, viendo pasar el tiempo y queriendo subir de nuevo al carro de los momentos que creamos cuando el mundo pasa de largo, despacito, sin rozarnos…a otro ritmo menos intenso, pero mucho más desgastado. Volver a ser sin dejar de ser, volviendo a llenar nuestro molde…el cuerpo no es más que el soporte. Y en medio de ese mundo que albergo, que pasa rápido entre ritmos lentos, tomo mi ducha de esperanza en un cuarto de aseo, sin pato y sin bañera para limpiar las imágenes del hoy, de un presente que tal vez no exista, pero de alguna manera sentimos al lado, como una presencia que avisa, que rodea el alma reflexiva. Reaccionar sin pensar en el estar, eso es todo...y nada más.
Y en la ducha del olvido, intento vaciar recuerdos que se van colando por el desagüe, arrastrados por la espuma del delirio que provoca el estrés, que estalla con la furia del agua que deja pasar el aire a medida q avanza. Y sin llegar a mirar veo que se lleva todos los males que fueron el ayer y siguen siendo hoy, porque nunca completan el ayer. Pero no por mucho tiempo. Ahora solo puedo escuchar el silencio y el agua caer tras de mí, que ahí continúa ahogando recuerdos fuera de mi. Silencio que habla, pero no entiendo nada. 
Levantar la vista y encontrar el viento que hace bailar los balcones. No dejan de moverse, y yo no puedo estar más quieta, entre recuerdos, duchas de esperanza y momentos que pasan pero que no son míos, son prestados, usados de segunda mano. De gentes que ya pasaron por ello, y ahora…pueden contarlo. Alguien en algún lugar, en otros tiempos… ya los han disfrutado. Pero nos llegan de nuevo para poder saborearlos, como las modas reinventadas. Que se van, y vuelven a regresar. Y mientras dejo pasar el tiempo, no sin antes atrapar los momentos, encuentro el sol que derrite la nieve, que calienta mis manos y deja desnudos mis dedos...y es mi mente pero son ellos, y vuelve a ser mi mente que me lleva a recordar, la que no estuvo del todo cuerda demasiadas veces, y esto deja de ser metáfora cuando todos los recuerdos de mi misma me ubican entre los otros y los de aquí fueron lejanos demasiadas veces ya…

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