INSEPARABLES

Ella, de
profesión desconocida pero entregada a la vida. Él, de origines desconocidos pero con la difícil virtud de saber
escuchar, cuando el otro necesita explicar lo que tiene que contar. No había
día que pasara sin quedar para hablar, sobre todo ella…con tanto y tanto que
expresar. El punto de encuentro siempre el mismo: La habitación de ella, pues
las confidencias requieren intimidad. Y allí, siempre allí…en aquel lugar
apartados del mundo que le daba la espalda, y quien pocas veces le ayudará.
Intensos meses de anécdotas incontables que sólo a él podía confiar, deseando
llegar a casa tras el interminable turno de noche en el trabajo para seguir
narrando su triste historia, pero siempre a su lado. Él no
puede aconsejarle, ella lo sabe bien, claro… pero se conforma con que cada noche
recoja sus tristes palabras, que esconden un camino de lucha y promesas
desatadas. Desveló gran parte de su vida, de sus proyectos, sueños inconfesados
y secretos mejor guardados. En íntimos amigos ya se convirtieron, se contaban
todo cada día, pues se veían a diario. En inseparables se convirtieron desde aquella
tarde de verano…desde que se conocieron, precisamente en su cumpleaños. Aún es
pronto para apostar por el largo plazo, claro… pero lo pasado nadie podrá ya
quitárselo. Porque ella sabía desde el principio que aquella relación llegaría
a su fin, que muy a largo plazo no podía persistir… por pretender poner punto y
final a una etapa de su vida, por no mezclar historias que se terminarían.
Cada vez veía más cerca el final, aquel que
inevitablemente tenía que llegar. Se estaba quedando sin secretos, se los
había contado todos ya. Y así fue, un día las confidencias
terminaron, y la amistad se guardó para siempre, y con ella tantos recuerdos... que impresos quedaron
permanentemente. No se guardan rencor, pues su relación fue especial… muy
diferente. Simplemente, un destino evidente. Ella prefirió quedarse con lo
bueno que les ayudó a avanzar, a conocerse. Gracias a él pudo sacar de su ser
lo que pensaba, lo que arrastraba su mente. Ese momento llegó una fría tarde de Octubre, instante en el que
escribió su última historia, la última palabra de aquellas memorias. Jamás volverían
a verse, la relación terminó, quedando enterrada en un bolsillo de su maleta de
mano, en aquel oscuro rincón del cuarto, donde todo aconteció. Tras ese momento, vacío irremplazable…algo por contar le queda, pero él
ya no podrá escucharle, ni mantenerse a su lado cada noche. Como toda historia, terminó cuando escribió el último punto y final que daría comienzo a otra etapa, con ansias de comenzar. Nueva vida, nuevo libro en blanco para redactar. Bonitos meses donde ella encontró consuelo al tener la oportunidad de contar su vida hasta ese momento. No hay mejor recuerdo para conservar. Y nuevos confidentes llegarán. Él se llevó toda su historia, aquella que a nadie más contó, que nadie más conoció...pues contenía palabras que siempre fueron sordas, al quedar impresas en un sencillo, pero alentador cuaderno de hojas. Ese amigo inseparable no es más que su diario, fiel amigo y confidente durante estos duros meses, en los que perdió al hombre de su vida, por no saber contarle directamente lo que sentía. Fue su refugio, se comportó como un verdadero amigo, quien tímidamente escuchó lo que sólo a él confesó. El único que la conoció mejor que nadie la conocería jamás, por llevarse consigo sus secretos mejor guardados, aún sin poderla contestar. Palabras que a él nunca dedicó directamente más allá del famoso encabezado de “Querido diario” pero que, sin embargo, siempre fue privilegiado, recogiendo todos y cada uno de los testimonios de aquel amor roto que nunca salió a la luz, por caer en el olvido de un sueño prohibido... que hoy ya se terminó, con el final de su diario...
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