CONEXIONES
A veces se
pregunta si todos los temas tienen conexión entre sí, como las gentes. Es el
pañuelo de la realidad cubierta de incertidumbres y retos lo que une y conecta
las partes con un todo que creamos, sin ni siquiera pensarlo. Queremos entender
de todo, y al final no sabemos de nada. Desconocemos tantas y tantas partes de
nuestro pequeño mundo que deambular entre multitudes dormidas a veces nos mata.
¿Mejor desconocer para evitar llegar a no comprender? Ella cree que sí, no
puede con más dolor que el que ya lleva encima, fruto de las horas trabajadas.
Y mientras, ella en la habitación del olvido forzado, sola y desesperada por conectar un poema del alma que no tiene sin embargo sentido ni conexión con nada, por querer comprenderlo todo y poder haber sido feliz no sabiendo nada…
Por eso, ella
duerme asustada y él no sabe nada. Nada de esas noches de desvelo con la luna
colgada y conectada a unas inquietas manecillas del reloj que apresuran la
salida del sol en su ventana. Ella sueña con el sinsentido, que es lo que le
hace feliz, aunque esté sola ante el peligro… pero él no sabe nada, y el frío
de la ausencia a su lado hace conectar dos mundos separados. Ella se despierta
sola entre las sábanas de la esperanza, pero él no sabe nada de los días
nublados, con lluvia… ni de los pájaros que ya no cantan, ni de unos pulmones
sin oxigeno de tanto suspirar en la oscuridad del delirio.
Entonces, ella
se incorpora de la cama sobresaltada, y llega el llanto. Unas lágrimas que
tienen conexión con todo lo que le rodea, pero ella no entiende nada. La razón
le abandonó para embarcar en un vuelo que él eligió coger, en vez de quedarse
con ella. No puede explicar sentimientos que afloran de estar tan conectada con
lo incierto. Pero él no sabe nada… ¿él que puede saber?, él no sabe que cuando
por descuido sonríe es porque algunas de sus locuras que le fascinaban le
vinieron a la mente, y sin querer le robo un suspiro del alma.
Ella rompe a
llorar desesperada, pero él no sabe de su llanto, de tantas noches en vela
secando la lluvia de unos ojos amargos, abrazando su recuerdo y besando su
fantasma. Ella sabe quién es, pero no entiende por qué, y él sin embargo no
sabe nada de ella, de la habitación cuyos sentimientos cultivados aún
descansan. Él cree que lo sabe todo, pero ya nadie entiende de nada. Él no sabe
nada de lo que allí ha hecho sentir, él no sabe nada de lo que lleva por
dentro. Él no sabe nada de lo que fue su vida antes y después de él. Él no sabe
nada, por querer saberlo todo llegó a no comprender lo que pasaba, lo más
sencillo lo escondía la distancia. Él, que puede saberlo todo pero… ¿Qué más da?,
no le importa y esa es la verdad. La verdad es que él no sabe nada de ella, él
que puede saber si el que aprende siempre no es el que se va, sino el que se
queda a esperar. Y mientras, ella en la habitación del olvido forzado, sola y desesperada por conectar un poema del alma que no tiene sin embargo sentido ni conexión con nada, por querer comprenderlo todo y poder haber sido feliz no sabiendo nada…
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