LO SIENTO, OLVIDÉ ACORDARME
Él relata una historia que no llegó a ser. Aquella
historia que siempre deseó que sucediera, pero que al final se quedó en nada, por
circunstancias ajenas. Ahora puede comenzar a tejer las memorias de una
historia entre dos, que jamás fue en su día, pero que el comienzo podría ser
hoy, gracias a la falta de recuerdos que ella demostró.
Él, de familia humilde, hijo de panaderos y aficionado al
deporte y a los juegos de azar. Ella, de familia multimillonaria, saliendo
adelante entre herencias y patrimonios creados de la nada, aficionada a la
hípica y a las artes gráficas, y recientemente divorciada. Un día lluvioso, sus
destinos se cruzaron en la estación del AVE. Sin previo aviso, sus equipajes
rozaron. Sus miradas se cruzaron, pero la apariencia les hizo comprender que
aquello era imposible de sostener. Continuaron sus caminos, pero el destino no
quiso desviarles y tres semanas después llegó una carta a la mansión de ella,
que jamás llegó a leer. La declaración de amor definitiva, la proposición del
comienzo de una historia que partiría de vidas muy distintas. ¿Quién aceptaría
ese reto? Sólo el amor, que es ciego, y él, de corazón aventurero y sin
entender de clases para eso. Tan pocos aliados a su favor debilitan la
situación, una declaración de amor y dos oportunidades perdidas echadas al
bolsillo del arrepentimiento, y con ello llegaron tiempos de guerra, donde sus
residencias se desprendieron de una España marchita por el odio y la
destrucción.
Él a salvo en Chile, ella a salvo en Rusia. La distancia
lo complica. Ella rehace su vida con un empresario que le da todo, no le falta
de nada…menos lo más valioso, cariño y estabilidad. Miles de promesas que nunca
llegarán. Él abre un pequeño taller de cerámica, y comienza a crear piezas y
figuras representando escenas únicas y exclusivas, que narran su historia, que
dejan a entrever un sueño que le falta por cumplir, reencontrarse con ella
algún día. Tenía que reinventar ese momento, volverlo a vivir poniendo riesgos
de por medio. Jamás la olvidó, y nunca podría hacerlo. Y no lo hizo, jamás la
olvidó… vivió por y para encontrarla de nuevo, desde aquel momento en el AVE en
que sus mundo paralelos coincidieron por un instante infinito, que no pudo
mezclarse por temas de clase. Desde aquel momento nunca pudo volver a ser feliz
con nada. Ella, sin embargo, logró rehacer su vida, pero tampoco encontró la
felicidad entre tantos imperios manchados por el capitalismo y lo material. Ser
lo que uno tiene, aparentar lo que falta. Y nada más.
Él volvió a España cuando la época tornó más calmada, y
ella se divorció por segunda vez y, tras interminables pleitos con difíciles
acuerdos para conseguir la custodia de sus dos hijos y obtener la pensión a la
que tenía derecho, regresa a reencontrarse con su tierra y sus raíces.
Valladolid es su destino nuevo, él sin embargo se hospeda en Toledo. Vuelven a
compartir territorios, sus destinos ahora no quedan lejos. Pasan los años, las
décadas…y él logra abrirse camino como auxiliar en una residencia. Ella fracasa
en sus intentos de rehacer su vida, y acaba sola, sin dinero y con unos hijos
con quienes no trata, viviendo en el extranjero. Sola, completamente
sola…parecía tenerlo todo al lado de tanta riqueza y al final la humildad y la
sencillez es lo que podía haber hecho su imperio. Ya no le quedaba ni su vieja
memoria, la que tanto quiso olvidar consciente, por no querer ver lo que tenía
presente y dejó marchar. Ahora olvidó quién es, quién fue y quién pudo llegar a
ser si su orgullo e influencias no le hubiesen hecho avanzar y coger otro tren
que separó su destino de él. Pero nunca es tarde para un reencuentro que él lucho tanto por obtener, que da igual las circunstancias… si están juntos otra vez. Eso pensó él como auxiliar que acompaña a la pobre anciana ya sin memoria, intenta contarle una historia que pudo ser y no fue. Pero como ese era su reto en la vida, la cuida y la explica sin dejar de pensar por qué, por qué le pasó a ella, y no a él…
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