PALABRA POR PALABRA
Debo admitir que me encanta
enterarme de que ciertas personas hacen ciertas cosas que cierta vez afirmaron
que jamás harían. No fue imposible, claro… porque ellos no sabían que lo era, y
tal vez lo lograron. Jamás podré comprobarlo, sólo me quedan las palabras. Esas
historias que cobran vida cuando menos te esperas que sucederían, pero que igual
nunca pasaron, y fueron sólo palabras. Sentir como el destino empuja, presiona,
nos saca del puzzle perfecto que habíamos construido con tanta dedicación,
habiendo dejado en él los seis sentidos (el de la intuición se admite desde que
pudimos comprobar que a las mujeres nos funciona de maravilla, testado, probado
y sacado a mercado). Y si se trata de juzgar a los demás en comparación con nosotros
mismos, el testimonio no tiene desperdicio. Son sólo palabras, claro, solamente
eso…pero más fuertes que toda la humanidad junta con sus armas más destructivas.
Es el error que suelen cometer los que hablan mucho y presumen de tener ciertos
valores que nunca pusieron a prueba. Porque sólo tienen eso, palabras. ¿Qué
faltan? Los hechos. La perfección no existe en este reino, solo para cada uno
de nosotros podemos construir aquello que sea lo más parecido a la felicidad
contrastada. ¿Qué pasa si un día tenemos la oportunidad de hacer algo que
escapa de lo moral siguiendo el lema de que “sólo se vive una vez”? ¿Qué pasa
con todo lo que dijimos sobre los demás?. Pensamos en hacer o dijimos, claro,
que no llegó al hecho. Pero tal vez fue peor dejar las palabras al viento, ¿o
tal vez no?. Estas son las situaciones en las que me encanta acordarme de los
testimonios que nunca llegaron a ser, analizando palabra por palabra, porque es
lo único que se conserva… son palabras
viejas, palabras empleadas sólo para pasar el tiempo, palabras que se las lleva
el viento, palabras que nunca fueron…pero palabras que hirieron, que motivaron,
que dieron nuevos planteamientos, que jamás creímos, o en las que algún día
confiamos…pero ante todo, y los más importante, palabras fáciles de olvidar, y
aún peor, las que quedaron escritas pendientes de mencionar…hasta que los
hechos quieran volverlas a recuperar…
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