EL VIAJE DE VUELTA


Ha hecho las maletas y a empezado a caminar, sin rumbo pero hacia el norte… donde el frío polar le haga temblar la voz y no le permita hablar, porque quiere decir tanto y sabe que es mejor no decir nada. Todo lo que tenía que contar se quedó en el camino, porque ya no cabía en la maleta. Si antes se dedicaba a cerrar ventanas, ahora intenta abrirlas. Volver a ser, muy atento a lo que alrededor suceda, dejando entrar las oportunidades y salir las desgracias. Largo viaje de vuelta le espera, ha dejado una ventana abierta en cada estancia. Dejar de ser aquella persona que no fue aceptada ni por él mismo, y mucho menos por quienes le rodeaban. Pensó en huir en vez de cambiar, porque mucho tardó en darse cuenta de que fingir ser otra persona no le servía de nada. Ese es el viaje que emprendió, de regreso a su antigua vida, a su antiguo yo. Avanzaba, quedándose con lo bueno de la vida que inventó, para escapar de los problemas, pero enterrando falsos disfraces que aún lleva puestos. Llegó el día en que debe regresar… regresar a ser él mismo. Mucho trabajo por delante, mucho camino que recorrer para volver a ser quien, en realidad, es.  Al otro extremo del camino encontraría la razón de volver a ser el de siempre, como si nunca se hubiese ido. Porque llegó un momento en el que se cansó de todo, incluso de ser él mismo, y razón especial necesita para recobrar la confianza y regresar al punto de partida, retomando el camino que dejó y que casi pierde, por malos entendidos. Pobre de él que tras haber recorrido cada húmeda calle de su ciudad y trepando a cada balcón para mirar a través del cristal… no encontró lo que buscaba. Su yo de siempre, era eso, simplemente. Aquel que un día abandonó por no confiar lo suficiente. Era inevitable emprender un viaje para el reencuentro, y si no podía encontrarlo, lo inventaría.

Había pasado tanto tiempo mirando al mar que le había cogido miedo al agua. Ahora siempre mira hacia otro sitio. Tan valiente fue, y en cobarde se ha convertido. La cobardía le persigue pero no le llega a tocar. Pues siempre mantuvo esperanza de volverse a encontrar.  Siempre habla en tercera persona cuando no se siente propio, cuando él no es él, y pasa días durmiendo en el sofá porque cree que la cama no se merece su compañía. Coge aire y no lo suelta, por miedo a perderlo. Mucho por recorrer le queda y así enterarse de que la vida le ha moldeado a su manera. Hoy es otro… muy distinto, irreconocible, de hecho. Ahora sólo sabe sentarse en el tercer escalón de su escalera de caracol, a ver pasar las horas para volver a ser él. Que las circunstancias le hagan aprender, pero no desviar su atención de lo que un día fue. Ahora desnuda libros, los ata a una silla y los interroga con las medidas que sean necesarias para que digan lo que quiere saber. - ¿Quién fui y en que me he convertido?. Ha empezado a caminar hacia atrás para viajar en el tiempo con las leyes de la física, muchas historias como para volver a pasar por todas. Pero es necesario pararse a pensar por qué ya no es lo que fue y cómo retomar camino… para volver a ser quién es.

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