LA "SOMBRILLA" ESTÁ ECHADA...
La suerte está donde menos te lo esperes, quién me lo iba a decir, que nunca mejor dicho...
Agosto. Caluroso mediodía. Atocha, punto de encuentro con una buena amiga. Hasta ahí todo normal, nada hacía presagiar que de normal tendría poco, más bien nada, todo lo contrario...era un día especial en el que lograríamos poner cara a la suerte.
Pues bien, agradable comida/charla y después paseo Retiro culmina la tarde. Reflexiones acerca de la amistad y de la cara más amable de la vida y, como no podía ser menos, acerca de esta sociedad, nuestra sociedad, de la cual entendemos todo y nada a la vez, la actualidad con perspectiva crítica e intercambio de opiniones y consejos... lo típico y perfectamente lógico de una jornada rodeada de buena compañía. Hasta ahí, todo correcto.
Entonces comienzas a caminar, parque adentro, frondosa arboleda y simpáticas ardillas no pasan desapercibidas. Tranquilo e ideal panorama que invita al debate. Turismo, deporte y cómo no por estos rincones, "El titanic" con sus botes salvavidas en el típico y peculiar estanque. Hállense las tragonas carpas de mi infancia, chapoteando ajenas al tumulto. Ambiente acogedor, es lo que tienen las alegres tardes de verano, que el sol "nunca" se termina de marchar, siempre tiene nostalgia y nos quiere acompañar...
De repente te das cuenta de que unas molestas nubes empañan tu tranquilidad, empiezan los nervios...chispea, sí...pero no llueve. Falsa alarma, menos mal. La diversión continúa. Toca terracita. ¿Qué va a ser? pides un par de helados, un par de botellas de agua del kiosco (del que luego descubres que tiene servicio de camareros... te quedas a cuadros, flipas, no lo has aprovechado...gajes del oficio...) te sientas. Primer problema: sólo dos manos (es lo que tiene la especie humana, que contamos con bastantes limitaciones, no somos tan perfectos como pensamos), ambas ocupadas en este caso. Botella + helado, que se derrite más deprisa que las carreras de F1. Entonces te planteas, enigma: ¿Cómo abrir la botella sin soltar el helado? entonces cabilas lo siguiente: Si uno sujeta los dos helados el otro podría abrir las dos botellas no?...pues no, error...eso es lo más lógico, pero como a originalidad no nos gana nadie, pensamos lo siguiente: Primer paso: uno sujeta su propia botella y el helado del otro, mientras este abre su propia botella. Segundo paso: al otro le toca sujetar el helado del otro y su propia botella, mientras el otro abre su propia botella...conclusión, en vez de que uno se encargue de abrir ambas botellas mientras el otro sujeta ambos helados, cada uno abre su botella por turnos...curioso, así se decidió, a día de hoy me pregunto por qué pero fue divertido, me quedo con eso. Y tan contentos.
Comienza charla amena y ttranquila. Cuenta atrás. La felicidad invade el ambiente, nada puede ir mal. Pero como la vida a veces es tan puñetera como impredecible...zas!, ráfaga de viento huracanado. Cunde el pánico. Una servilleta por aquí. Un sombrero por allá...faldas hiacia arriba, vasos hacia abajo...en fin, pero la situación parece controlada. Ya paso... pensamos todos...pero NO! esto es señores como lo que se conoce como "el ojo del huracán"...es tranquilidad engañosa. Y aquí es donde entra en juego la sombrilla, es decir, la suerte...debimos de elegir la más grande de la terraza, la más pesada e imponente... genial siempre y cuando haga su función, y nada más que su función, o al menos la que todo el mundo conoce, la lógica...¿proteger del sol y del calor,no? pues NO! las sombrillas valen para mucho más de lo que nos pensamos, sí, son todo un símbolo, una reliquia, ahí donde las vemos tan pacíficas... razón muy simple: viento+sombrilla+gente debajo=blanco y en botella, señores.
No se puede explicar con palabras, son centésimas de segundo en los que toda tu vida pasa ante tus ojos y no sabes cómo reaccionar. Una mole de ese calibre se te viene encima... sin comerlo ni beberlo. Es el mismo ejemplo que cuando vas andando y tropiezas: tu cerebro dice "pon las manos cabrón, que me escuerno! pero tu cuerpo está en shock, no recibe bien las órdenes y no terminas de reaccionar, te quedas sin reflejos (y si no estas astuto a tiempo, puede que sin piños)...pues en ese tiempo que te sientes impotente, que no puedes hacer absolutamente nada más que pensar en resignarte porque no da pa más tu cerebro...entonces zas!, ahí te encuentras de bruces con la suerte: la sombrilla cae, te roza pero no te toca, cerca queda de dejarte seco, sin sentío...pero NO! tu quedas intacto, como si nada, y entonces te preguntas por el milagro. ¿Reacción lógica y normal del acompañante y de los presentes? Joder! qué mala suerte, cómo se estropean las cosas cuando menos te lo esperas, que disgusto, qué casualidad maldita. Sin aliento. Piensas: para habernos matao! es lo normal...no? Aún no somos invencibles (por eso nos suelen decir aquello de "métete con los de tu tamaño").
Pero como todo en esta vida, tiene su parte buena y a todo le podemos enfocar en positivo para no complicarnos más la existencia de lo que ya de por si lo es, te da por hacer cierto comentario que cambiará tu vida para siempre y sobre todo, tu manera de pensar (la cual tu creías lógica y normal, pero NO): Resulta que eso no es mala suerte, sino más bien todo lo contrario, por increíble y chocante que en un principio pudiera o pudiese resultar. Nos podía haber matao...y no lo hizo. Hemos tenido suerte, quedémonos con eso. Entonces piensas, Toma ya! la gran anécdota de la tarde. ¿Cómo pensar que una simple (aunque robusta) sombrilla simbolizaría la suerte? pues sí, así parece. Tanto es así que la tendencia de negocio acordada queda como sigue: venta de sombrillas y paraguas como amuleto.
A partir de aquel día, comprendí que la suerte tiene un significado "sombreado", y no es broma. Este acontecimiento abarca o comprende lo evidente: QUÉDATE SIEMPRE CON LO BUENO, HASTA EN LO "MALO" SE ENCUENTRA ALGO POSITIVO. Lección y forma admirable de ver la vida que hoy en día siempre recordamos. Ya es todo un símbolo, una señal de positivismo...es la clave: SOMBRILLA=BUENA SUERTE. LA SUERTE DEPENDE DE TI. DEPENDE DE COMO AFRONTES AQUELLO QUE QUIERES Y DE COMO LO HAGAS. CREE EN ELLO Y SALDRA BIEN, NO CREAS, DUDA, Y SALDRA MAL. QUIZÁ TODO ESTO PAREZCA INGENUO PERO ES ASÍ. Eso al menos he aprendido yo, lo que saqué y con lo que me quedé de aquella agradable y divertida tarde de Agosto, entre otras muchas cosas buenas claro, pero mentiría si no dijera que esta se llevó la palma...creo que no soy la única que así opino. Gracias al optimismo de ciertas personas que me rodean. Sigue este principio y triunfarás...comprobado en cierto modo, aunque aún me queda camino para experimentar.
- Nota: esta historia está basada en hechos reales. Los protagonistas salieron ilesos y bailando. Simplemente fue una anécdota con tanto significado que se ha convertido en una filosofía, digamos un estilo de vida...muy saludable, por cierto.
- Consejo: No se recomienda pasear bajo las cornisas en busca de buena suerte los dias ventosos. Como en todo en esta vida, conviene poner algo de cabeza al asunto por muy desesperados que estemos...y si no, siempre quedará la bonoloto, que es lo tradicional en España como sinónimo de "buena suerte". Hay visiones para todos los gustos, que al final es lo que nos enriquece. La variedad.
Entonces, y como no podía ser de otro modo, me despido diciendo: QUE LA "SOMBRILLA" OS ACOMPAÑE, AMIGOS.
Agosto. Caluroso mediodía. Atocha, punto de encuentro con una buena amiga. Hasta ahí todo normal, nada hacía presagiar que de normal tendría poco, más bien nada, todo lo contrario...era un día especial en el que lograríamos poner cara a la suerte.
Pues bien, agradable comida/charla y después paseo Retiro culmina la tarde. Reflexiones acerca de la amistad y de la cara más amable de la vida y, como no podía ser menos, acerca de esta sociedad, nuestra sociedad, de la cual entendemos todo y nada a la vez, la actualidad con perspectiva crítica e intercambio de opiniones y consejos... lo típico y perfectamente lógico de una jornada rodeada de buena compañía. Hasta ahí, todo correcto.
Entonces comienzas a caminar, parque adentro, frondosa arboleda y simpáticas ardillas no pasan desapercibidas. Tranquilo e ideal panorama que invita al debate. Turismo, deporte y cómo no por estos rincones, "El titanic" con sus botes salvavidas en el típico y peculiar estanque. Hállense las tragonas carpas de mi infancia, chapoteando ajenas al tumulto. Ambiente acogedor, es lo que tienen las alegres tardes de verano, que el sol "nunca" se termina de marchar, siempre tiene nostalgia y nos quiere acompañar...
De repente te das cuenta de que unas molestas nubes empañan tu tranquilidad, empiezan los nervios...chispea, sí...pero no llueve. Falsa alarma, menos mal. La diversión continúa. Toca terracita. ¿Qué va a ser? pides un par de helados, un par de botellas de agua del kiosco (del que luego descubres que tiene servicio de camareros... te quedas a cuadros, flipas, no lo has aprovechado...gajes del oficio...) te sientas. Primer problema: sólo dos manos (es lo que tiene la especie humana, que contamos con bastantes limitaciones, no somos tan perfectos como pensamos), ambas ocupadas en este caso. Botella + helado, que se derrite más deprisa que las carreras de F1. Entonces te planteas, enigma: ¿Cómo abrir la botella sin soltar el helado? entonces cabilas lo siguiente: Si uno sujeta los dos helados el otro podría abrir las dos botellas no?...pues no, error...eso es lo más lógico, pero como a originalidad no nos gana nadie, pensamos lo siguiente: Primer paso: uno sujeta su propia botella y el helado del otro, mientras este abre su propia botella. Segundo paso: al otro le toca sujetar el helado del otro y su propia botella, mientras el otro abre su propia botella...conclusión, en vez de que uno se encargue de abrir ambas botellas mientras el otro sujeta ambos helados, cada uno abre su botella por turnos...curioso, así se decidió, a día de hoy me pregunto por qué pero fue divertido, me quedo con eso. Y tan contentos.
Comienza charla amena y ttranquila. Cuenta atrás. La felicidad invade el ambiente, nada puede ir mal. Pero como la vida a veces es tan puñetera como impredecible...zas!, ráfaga de viento huracanado. Cunde el pánico. Una servilleta por aquí. Un sombrero por allá...faldas hiacia arriba, vasos hacia abajo...en fin, pero la situación parece controlada. Ya paso... pensamos todos...pero NO! esto es señores como lo que se conoce como "el ojo del huracán"...es tranquilidad engañosa. Y aquí es donde entra en juego la sombrilla, es decir, la suerte...debimos de elegir la más grande de la terraza, la más pesada e imponente... genial siempre y cuando haga su función, y nada más que su función, o al menos la que todo el mundo conoce, la lógica...¿proteger del sol y del calor,no? pues NO! las sombrillas valen para mucho más de lo que nos pensamos, sí, son todo un símbolo, una reliquia, ahí donde las vemos tan pacíficas... razón muy simple: viento+sombrilla+gente debajo=blanco y en botella, señores.
No se puede explicar con palabras, son centésimas de segundo en los que toda tu vida pasa ante tus ojos y no sabes cómo reaccionar. Una mole de ese calibre se te viene encima... sin comerlo ni beberlo. Es el mismo ejemplo que cuando vas andando y tropiezas: tu cerebro dice "pon las manos cabrón, que me escuerno! pero tu cuerpo está en shock, no recibe bien las órdenes y no terminas de reaccionar, te quedas sin reflejos (y si no estas astuto a tiempo, puede que sin piños)...pues en ese tiempo que te sientes impotente, que no puedes hacer absolutamente nada más que pensar en resignarte porque no da pa más tu cerebro...entonces zas!, ahí te encuentras de bruces con la suerte: la sombrilla cae, te roza pero no te toca, cerca queda de dejarte seco, sin sentío...pero NO! tu quedas intacto, como si nada, y entonces te preguntas por el milagro. ¿Reacción lógica y normal del acompañante y de los presentes? Joder! qué mala suerte, cómo se estropean las cosas cuando menos te lo esperas, que disgusto, qué casualidad maldita. Sin aliento. Piensas: para habernos matao! es lo normal...no? Aún no somos invencibles (por eso nos suelen decir aquello de "métete con los de tu tamaño").
Pero como todo en esta vida, tiene su parte buena y a todo le podemos enfocar en positivo para no complicarnos más la existencia de lo que ya de por si lo es, te da por hacer cierto comentario que cambiará tu vida para siempre y sobre todo, tu manera de pensar (la cual tu creías lógica y normal, pero NO): Resulta que eso no es mala suerte, sino más bien todo lo contrario, por increíble y chocante que en un principio pudiera o pudiese resultar. Nos podía haber matao...y no lo hizo. Hemos tenido suerte, quedémonos con eso. Entonces piensas, Toma ya! la gran anécdota de la tarde. ¿Cómo pensar que una simple (aunque robusta) sombrilla simbolizaría la suerte? pues sí, así parece. Tanto es así que la tendencia de negocio acordada queda como sigue: venta de sombrillas y paraguas como amuleto.
A partir de aquel día, comprendí que la suerte tiene un significado "sombreado", y no es broma. Este acontecimiento abarca o comprende lo evidente: QUÉDATE SIEMPRE CON LO BUENO, HASTA EN LO "MALO" SE ENCUENTRA ALGO POSITIVO. Lección y forma admirable de ver la vida que hoy en día siempre recordamos. Ya es todo un símbolo, una señal de positivismo...es la clave: SOMBRILLA=BUENA SUERTE. LA SUERTE DEPENDE DE TI. DEPENDE DE COMO AFRONTES AQUELLO QUE QUIERES Y DE COMO LO HAGAS. CREE EN ELLO Y SALDRA BIEN, NO CREAS, DUDA, Y SALDRA MAL. QUIZÁ TODO ESTO PAREZCA INGENUO PERO ES ASÍ. Eso al menos he aprendido yo, lo que saqué y con lo que me quedé de aquella agradable y divertida tarde de Agosto, entre otras muchas cosas buenas claro, pero mentiría si no dijera que esta se llevó la palma...creo que no soy la única que así opino. Gracias al optimismo de ciertas personas que me rodean. Sigue este principio y triunfarás...comprobado en cierto modo, aunque aún me queda camino para experimentar.
- Nota: esta historia está basada en hechos reales. Los protagonistas salieron ilesos y bailando. Simplemente fue una anécdota con tanto significado que se ha convertido en una filosofía, digamos un estilo de vida...muy saludable, por cierto.
- Consejo: No se recomienda pasear bajo las cornisas en busca de buena suerte los dias ventosos. Como en todo en esta vida, conviene poner algo de cabeza al asunto por muy desesperados que estemos...y si no, siempre quedará la bonoloto, que es lo tradicional en España como sinónimo de "buena suerte". Hay visiones para todos los gustos, que al final es lo que nos enriquece. La variedad.
Entonces, y como no podía ser de otro modo, me despido diciendo: QUE LA "SOMBRILLA" OS ACOMPAÑE, AMIGOS.
Extraordinario estilo. Sacas casi "una novela" de un hecho que apenas dura 20/30 minutos
ResponderEliminarIMPRESIONAO!!!!