LA DAMA DEL ESPEJO


 Cada mañana al despertar...ahí está, es la dama del espejo...me pregunto quién será. Sólo allí puedes encontrarla, siempre tan puntual. Lejana, pero tan cercana a la vez...esperando a verme, de nuevo, frente a frente...
 
Pregunto, siempre  sin respuesta, pero ella siempre está ahí cuando te acercas, nunca te abandona y sabe escuchar...siempre esperando, siempre acompañando...en lo bueno, en lo malo. Me acerco, se acerca...es la dama del espejo...rara vez muestra sus sentimientos...fijamos miradas y nuestros ojos oscuros se encuentran... aún no hay respuesta...ella está atrapada, pero siempre es capaz de escuchar...nunca me deja hasta que yo no abandono la escena primero. Tan iguales y a la vez tan diferentes… Tan próximas y a la vez tan lejanas…sólo un fino muro nos distancia. Ella, presa de otra dimensión, espera con atención mi visita y mi reacción...

 Cada mañana, allí está, fijando la mirada...no hay calidez en sus expresiones pero no quiero que me abandone...¿por qué será que tanto nos necesitamos? Logramos comunicarnos, pero sin llegar a entender o interpretar lo que sucede...pasan las horas, esperando, sin respuesta, con aquel muro entre ambas. Siempre tan puntual, tan dispuesta a escuchar...a acompañar e interesarse qué será del día nuevo que comienza...qué retos depara, que sueños o ilusiones nos amparan...tanto en común y a la vez tan poco... Sé que siempre puedo contar con ella, que me espera para transmitirme cada dia nuevos sentimientos...me contagia...a veces incluso me llena...de vacío incontrolado.

 
Un día junté su mano con la mía, en un idéntico movimiento y entonces comprendí...ese pequeño muro nos une, nos acerca...cuerpo con cuerpo, mente con mente, en definitiva...alma con alma.
Tan parecidas y tan diferentes...en dos lugares tan distintos pero compartiendo las mismas emociones...dos formas de ver la vida, dos perspectivas... pero que confluyen en una...la conexión es cada día más perfecta...veo en ella cosas que cambiaría, pero otras muchas que copiaría...nos fijamos, extraemos lo bueno de cada una con una simple mirada...un gesto, una sonrisa...guiños cómplices de "todo va ir bien, estate tranquila" parece significar...entonces, es hora de empezar nuestro día...nos giramos al mismo tiempo, y cruzamos las últimas miradas, llenas de esperanza y confianza...y no volvemos a vernos hasta la siguiente mañana...todo el día nos aguarda sin pasar un segundo en el que no me pregunte cómo estará, deseando de nuevo un reencuentro...si ella estoy incompleta, es mi mitad.
 
 Al día siguiente, volvemos a coincidir... y me la encuentro llorando desconsolada. ¿Qué sucede? La conexión es tan fuerte que me contagia...ella llora y yo lloro con ella...parace que le han dañado el corazón, un corazón solitario...esa imágen que nunca quería mostrarme para que no me sintiera mal por ella, que siguiera adelante, mi camino, mi destino al final del pasillo...pero al final los sentimientos afloran, y no hay nada que yo pueda decirle para hacerle sentir mejor...algo habrá que puediera hacer, pienso entonces, pero no lo consigo... ella nunca me ha fallado y siempre mostró su mejor cara por mí... entonces si estoy viendo que me necesita...no poder ayudarle, aconsejarle... es frustrante, pero no puedo hacer absolutamente nada...nada para hacerla sentir mejor, nada más que ACOMPAÑARLA en su dolor, sentada a su lado, en silencio y sin telón...así cuando se calma, yo me calmo...pues hemos estado esquivando miradas para no entristecer más nuestras almas...bastante tenemos cada una con sus problemas. De nuevo nos miramos, fíjamente y decimos BASTA. Cada momento de sufrimiento son momentos de oportunidades perdidas...entonces nos hacemos una promesa...antes de partir...cada una de nosotras guardaría los mejores momentos de la otra para mostrarlos cada mañana al despertar al encontrarnos...y si algún día solo tuviéramos cosas negativas que mostrar decidiríamos no vernos, para no dañar más nuestras almas...
 
 Y entonces, por fin llegó... me levanto una mañana, llena de ilusiones y buenos propòsitos para el día...entonces con aquella actitud podía ir a verla, para contagiarle de buenas vibraciones, que seguramente me acompañarían aquella fría mañana de diciembre...Sin embargo ella, la dama del espejo, ya no estaba...nunca más volví a saber de ella. Me sentí sola y traicionada, triste y decepcionada...mostré mi cara más amarga...mísmamente por ello, solo quedaba YO, mi reflejo...no quiso verme sufrir...era nuestra promesa...no estuvo allí, como cada mañana. Entonces lo entendí: nosotras dos somos una, no hay muro. No es más que mi reflejo en el espejo...por lo que comprendí que, en realidad, ella seguía ahí en cierto modo, muy pendiente de mis emociones... entonces me mira, nos miramos, con sus ojos tan iguales a los míos y a la vez tan diferentes. En mi reflejo. En el espejo...nada volvería a ser como antes, mi vida cambiaría para siempre pero, a la vez, nada ni nadie nos volvería a separar...Porque era mi reflejo, en el espejo...JUNTAS, HASTA EL FINAL.

Comentarios

Entradas Populares

25 añitos...¡cuarto de siglo ya!

#microcuento