CONFIDENCIAS DE UNA DAMA
Ayer al acostarse,
cerca de la madrugada, vio asomar una estrella… cerca de su ventana. Desprendía
la luz que a ella hoy le falta, para seguir luchando… con la cabeza bien alta. Le
invitó a que se quedara y ella en silencio aceptó y, posándose en su almohada, sus
secretos escuchó. Confesó todas sus penas y también sus alegrías… aquellas que
ya inundan, su cruel día a día. Y que a nadie más puede explicar, pues es ya
muy tarde… y nadie le quiere escuchar. Secretos que
contar, o no. Que nadie más sabe, sólo ella, y que hoy guarda su voz. Es la
estrella que la cuida, que cada noche la ilumina, atravesando ese cielo… víctima de su
habladuría. Testigo de esa estampa, trae de nuevo la calma. Con nadie más puede
hablar, sino es con ella… la que escucha su alma.
Estrella, que en
cada nube deja huella y en cada huella un mensaje para seguir presente y ayudarle
a levantarse. Una mirada al cielo para percatarse. Cada noche le visita para
escuchar su voz triste y abatida, pero al expirar la oscuridad abandona su
lugar, aquel en el que escucha su alma,
quieta… y sin molestar. Sentimientos acumulados que por la noche estallarán.
Momentos de soledad, donde tan solo una estrella le puede consolar. Ella desahoga
su espíritu aunque no le pueda responder. Ya no sufre en silencio, los
problemas del ayer. Una estrella le escucha sin saber que hacer. Secretos
contados sin palabras que ya no sirven de nada. Que no importa lo que piensen,
de hecho se le olvida lo que dice la gente. Ella, su estrella y un mar de
verdades, que cada noche viajan por la mente y sus lugares.
Sola en la soledad
dormida, solo cuenta con su estrella… que cada noche la guía. Esa estrella que
a veces se esconde tras un velo negro en el horizonte, huyendo hacia el
misterio… donde no llega la noche, ni tampoco el día. Es cuando ella se
inquieta y calla sus adentros. Rebrotan los miedos de no poder confesar lo que
sólo sabe ella… pero nadie más. Su estrella se marchó, ya no puede hablar. A
medias se quedó, lo más importante no pudo contar. Entonces se da cuenta, ¡resulta
que ya amaneció!. Es por eso que no está, su estrella se apagó. Ya no hay noche
que calme aquel inmenso dolor. Y ya, sola en la habitación, resuena el eco de
una voz dormida, que su secreto guardará… hasta el fin de sus días. Que sólo
con la estrella comparte aquellas penas y alegrías. Difícil hablar, más aún
callar, pero si se fue… a nadie puede confesar. Son palabras de una dama, que
hoy tiene que callar. La noche se fue y con ella la estrella… testigo de porqués, ahora sin final.
Deja en secreto su historia, que solo contó a la
estrella, hoy testigo… de toda su memoria . Y al borde de un espejo, el reflejo
de un año de desencuentros, caídas por correr demasiado o sueños aún no
realizados. Sigue esperando respuesta, que alguien escuche el final… de su
oculta leyenda. Por eso, tarde se acuesta, esperando a que vuelva. Mientras,
imagina su destino y lo retrata en papel fino, dejando atrás… lo que hoy ya es
olvido. Y entre suspiros confiesa lo que es secreto y ya no sabe ni ella.
Labios sellados entre penas y alegrías. Ya no puede contar el final de una
historia, que empaña sus noches y días. Pues nunca más volverá la estrella.
Aquella, que tanto la quería…
Comentarios
Publicar un comentario