MIRADA


La importancia de una mirada, tan simple y a veces tan olvidada. A veces llena de ilusión, otras de crueldad y terror. A veces dice todo, otras nada… pues no tiene ocasión. Fusiona lo fantástico y lo real, la valentía, la cobardía… el bien y el mal. La paz y la calma. El miedo, el temor, la cordura, la locura… las dudas y el amor. La felicidad, las penas y la suerte de los que la rodean. Errores y aciertos de toda una vida llena de sucesos que desvela. Mundo de palabras y recuerdos, destinados a nacer. La noche y el día, la vida y la muerte… todos los por qués. Pues todo dice y todo es. Lo expresa la mirada cuando no pueden las palabras. Sola o acompañada, que la guíen no hace falta. Se mantendrá allí, donde encuentre su parada. ¿Qué quieres decir? No lo sé, pregunta a la mirada, lo sabrá mejor, pues aprendió más que yo. Inocente en esencia, pues nunca engaña. Siempre dice la verdad, aunque se vea acorralada. Poco puede negar de la evidencia de unos hechos… que la boca calla.
Hay miradas escondidas. Frágiles y compulsivas. Provocadoras y atentas. Miradas que no miran...perdidas en definitiva. Miradas sonrientes, románticas, tristes… miradas que olvidan. Miradas de desprecio, miradas de culpa, miradas de pena, miradas que no perciben o que piden nuestra ayuda. Hay veces que miramos a los ojos, y otras no... hay veces que el mensaje va dirigido sin prestar atención. En ocasiones, no somos capaces de mantenerla. Otras veces, paseamos con la mirada perdida, sin ver, sin ser conscientes de lo que miramos, y en un momento determinado, nos encontramos con otra mirada, también perdida, la cual esquivamos. Una de las dos siempre vence, y la otra es vencida...ella nunca miente, pues si eso pretende… unos párpados siempre la protegen.
Y para potenciar su importancia, no puedo despedirme sin traer una de las obras del poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer, pues al fin y al cabo “Por una mirada, un mundo”, como bien dice su obra. Si con esto no queda claro, ¡discúlpenme! ¡en qué estaría pensando!. La fuerza de una mirada. Gracias, y a disfrutarlo:
Te vi un punto y flotando ante mis ojos
la imagen de tus ojos se quedó,
como la mancha oscura orlada en fuego
que flota y ciega si se mira al sol.

Y dondequiera que la vista clavo
torno a ver sus pupilas llamear;
mas no te encuentro a ti, que es tu mirada,
unos ojos, los tuyos, nada más.

De mi alcoba en el ángulo los miro
desasidos fantásticos lucir:
cuando duermo los siento que se ciernen
de par en par abiertos sobre mí.

Yo sé que hay fuegos fatuos que en la noche
llevan al caminante a perecer:
yo me siento arrastrado por tus ojos,
pero adónde me arrastran no lo sé.


(Fragmento de Rimas, de G. A. Bécquer)

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