¡POR MIS TACONES!
Sí señores, es la fuerza del tacón. Comprobado está… ¡no lo he dicho yo!. Coger el par de tacones y retumbar todo en los salones… pues antes de llevarlos, ya se oye. Ver el mundo asomada en los talones… por favor, ¡olviden rascacielos y escalones!. He aquí la herramienta para superar listones. ¿Vértigo? para nada, todo lo contrario. Autoestima guardada en el armario. Derroche de poder a 20 centímetros sobre la superficie del planeta... curioso, pero así es, para quien no lo sepa. La tierra vibra por donde caer se dejan.
Elegancia peligrosa. ¿Mujer en peligro? ¡No!,
mujer en dominio. Habilidad, gracia y valor. Es lo que tiene agarrarse al tacón
y controlar la situación, que todo se transforma alrededor. Cualidades que
acompañan allí a lo alto, pues casi rozamos el sol. Desfile de glamour desata furor
a nuestro paso. Equilibrio insospechado entre tacones desbordados. Habilidad
innata que mujer de ayer, de hoy y de siempre ha heredado. Y mientras ¡que nos
quiten lo bailado!. Esclava de los pies en desnivel, pero ya es parte de
nuestra piel. Y cuanto más alto, deporte de riesgo demostrado. Asustando a la niebla avanzan marcando los pasos…pero
con los días lluviosos, ¡cuidado! mejor zapatillas, que sale más barato. Nuestros
pies nos lo agradecerán, de aquí a largo plazo.
Dicen que increíble es aquello que
no puede tocar el suelo, y yo con mis tacones alcanzo el cielo. Callan ciudades enteras. Se hace el silencio y todo se
paraliza. Pisando fuerte… dejando una sensación de peligro sobre la
pista. Paso hacia atrás me hace tímida, callada y esquiva. Paso hacia adelante
me hace segura, fuerte y agresiva. Sacaré mis tacones al
amanecer, tacones desgastados de pasados agitados en largas noches de fiestas, cenas
y caminos inexplorados. Me acompañan al salir de casa, crecer por fuera y por
dentro en un momento, ¡qué alta estoy, que alta me siento!. Pero al regresar, mi
mundo es más pequeño, pues en una bolsa regresan y bailarinas me dejo.
Taconeo
taconeo… cenizas al instante, liberando las malas energías… que se esconden en
el aire. Baile de ilusiones en tacones que guían mi camino hasta el fin de mis
días. Tocaré la luna alzada en pedestales de autoestima. Tacones imposibles y labios
carmín, caminando calle abajo manteniendo el equilibrio, he de admitir. Percepción
de poder por todo lo alto. Burla a todo machista que nos llame débiles por reclamo,
¿pero no ven que elevadas en 20 centímetros batallamos?.
Hoy, descubriendo tímido rayito de sol entre mis cortinas de
colores, decidí que era buena idea calzar mis tacones. Entonces, sentada en el
sofá y café en mano, vi mi propio reflejo en las puertas de cristal, que me
estaba esperando. No misteriosa pero oculta, pues la chispa falta para ese
toque de locura. Precisamente aquellos tacones que tan bien sientan a la figura.
Y pensando pensando… se alcanza la solución: quiero también tacones para el
alma. Salir fuera sin miedo a nada, con aquel poder que el vestuario me manda.
Quiero vivir la vida en la actitud de mis tacones. Trascender y elevarme…
sobre mi misma y mis ilusiones. Y cuando se acaba el camino y todos se han rendido
al despertar del sonido, llega el precio de la fama, aquellas malditas
rozaduras que siempren acompañan… por eso digo aquello de presumir sí, pero con
paciencia y calma…
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