PRINCESAS SIN CORONA



Todas íbamos a ser princesas… pero ninguna llegó a reinar. Sólo en nuestro reino, en el que ya no podemos ni estar en paz. Todas íbamos a ser princesas…pero no había coronas que llevar. Todas íbamos a ser princesas…¡y nos tuvimos que aguantar!. Sin privilegios que explotar, ni reinos que gobernar. Pues no nos llegaron a nombrar. Pero el título nos pertenece… ¡y lo hemos de reclamar!.  De cenicientas nos disfrazamos, porque no nos dejan reinar. Pero si princesas nacimos…¿por qué nos hemos de conformar?. Íbamos para princesas, pues ¿cuándo nos reconocerán?. Todas íbamos a ser princesas, pero no de aquellas que tienen la vida  resuelta. ¡Nos la tenemos que currar!.

Todas íbamos a ser princesas, dignas de un vestido de seda. Un palacio y una gran fiesta. Zapatitos de cristal, corona y un bonito collar. Esperando al príncipe, tal vez azul, o tal vez no. No importa la edad, que tan listas o que tan perfectas son. Dignas de una estrella, una flor, y una bella canción. Consentidas, mimadas y nunca despreciadas. Como se hace en los cuentos de hadas.
Íbamos a ser princesas, pues hemos de merecer más. Íbamos a ser princesas, pero en heroínas nos tuvimos que quedar. No hace falta explicar más. Heroína cotidiana sin alfombra roja ante los pies de la alcoba. Hace todo a su manera… cuándo y cómo toca, dónde y con quién quiera. Llena de roles su día a día… eterna batalla en su agenda perdida. Agotada y hasta arriba…¿no se merece el trono esta heroína?.

Íbamos para princesas, pero quizá no llegamos, porque a la rebeldía nos damos…tantos modales exigidos, que tal vez nos cansamos. Íbamos para princesas, pero demasiados compromisos y tan poca libertad... ¡que no lo aguantamos!. El título pesa. Mujer suya y de nadie. Como princesa quiere que le traten, pero ella no ejercer… pues es indomable. Y a pesar de ser perfecta, se mantiene humilde, y así quiere que le traten. Íbamos para princesas, vida de sueños, ilusiones y sorpresas. ¿Y que nos encontramos? Sólo promesas.

Íbamos para princesas, de aquellas a las que por fregar y barrer no se le caen los anillos…¿a qué más sacar brillo?. Estamos ante el realismo: sapos que a príncipes nunca llegaron… por eso, con el jardinero de palacio se escaparon. Íbamos para princesas y sin embargo todavía creemos en príncipes… pero ya no son azules, pues se agotaron en la era Medieval…¡qué le vamos a hacer! de otro color serán. Todavía soñamos con vivir en “El País de Nunca Jamás” para dejar de crecer. A veces desearíamos acelerar el tiempo… para nunca nunca volver. ¿Y que nos queda? creer en los cuentos de hadas y nunca bajar la cabeza para sostener esa corona… que no nos dejaron tener. Somos princesas sin corona, a veces algo brujas, sí… pero siempre humildes… y las de escoba.

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