DESCONTANDO EL TIEMPO
Hace algún tiempo, logre mirar a la
felicidad. Cerca de mí... demasiado cerca. Casi acariciándola, la sentí. Sueño no fue, lo comprobé, eso sí. Estaba ahí. Asomaba desde la ventana de
mi balcón. En forma de esperanza, me despertó. De tanto desearla, llegó. Un rato
estuvo, me contempló y se alejó. Yo casi me levanto, pero pensé que si no
formaba parte de ese día por comenzar, era inútil despertar, ver
el amanecer entre cortinas, ya vacías, en soledad. Pues eso hice, no me
levanté, en mi cama me quedé. Y sin ella, mi día no empezó. Al día siguiente ya no se presentó…y mira
que esperé y esperé. Se esfumó. Día gris, día sin sol. Otra vez, sola me dejó.
Y yo, sabiendo que volvería, salí de la cama que me envolvía. De
ella, sin noticias... hoy ya no me acompañaría. Con la alegría que daba a mis días tan
sólo con asomar, de visita!.
Sentada en el mostrador de la cocina, con una taza de café fría y envuelta en suspiros me da por pensar. Alguien llama a mi puerta. Qué decepción! es sólo la paciencia. Ni rastro de la felicidad!. Me vuelvo a sentar. Qué remedio! queda esperar. Contando las horas para volver a verla... ni la tele, ni la prensa ni la radio, a través de la canción, la nombran. Se esfumó. ¿Qué fue de ella?. No está. Solo yo y un reloj. Lo demás sobra. Cuenta atrás y vuelta a empezar mi día, que con o sin ella dice, no me puede esperar más. La felicidad, caprichosa, porque no siempre está. Cuando te abandona, cuando se va. Qué difícil es esperar sin poder comenzar tu día... porque ella no está, verdad?. Y mientras, el reloj me decía “tiempo ganarás si la quieres esperar, pero debes avanzar, contando hacia atrás". No tiene manillas. Se queda quieto mientras observa cómo pasa un tiempo que no marca. Me desorienta. Y yo, sin referencias.
Entonces comprendí que la vida es
cuenta atrás para avanzar, para hallar la bueno, es decir, mi felicidad...
había que contar hacia atrás (yo lo hacía hacia delante, lo normal). Una cuenta atrás que sugiere lo poco que queda
para que vuelva… Aquella que se fue pero prometió volver cuando
mi mente quisiera... verla aparecer. Y así fue. Cuanto más corría el tiempo menos
horas quedaban para el reencuentro. Y esta es la historia de cómo la felicidad
regresó aunque me abandonó un día, sin decir adiós. Simplemente la esperé, y
sola apareció. Porque hace algún tiempo la felicidad dejó su rastro en mi
balcón. Supe que era ella. De mí dependía que volviera, según mis ganas y
fuerzas. Hace tiempo… tiempo que hoy tengo, para esperarla, que se va
descontando de la palma de mis manos…cada vez queda menos. Si no la llego a
esperar, nunca hubiese vuelto. Después de la una no vienen las dos, falta hora menos para el reencuentro. Esta es otra forma, mi forma...de leer el tiempo...
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