PARAÍSO GADITANO
Dicen que lo bueno siempre se echa de menos, que siempre se añora. Que vive en el recuerdo y que siempre aflora. Son aquellos lugares... lugares perdidos a los que escapar y vivir experiencias que te cueste olvidar, porque tanto te fascinan que, si puedes, volverás.

Habitantes pasean, mostrando su gracia a aquellos que observan. Sus productos los da el mar…esas inmensas costas que parecen perderse donde los ojos no llegan a alcanzar. Arte y expresión. Eso es Cádiz, pues lo pude ver yo. No puedes descansar, pues de fiesta siempre estás. No hay lugar para la depresión. Las puestas de sol, son lo mejor… las locas mareas esperan a ser entendidas por los turistas que no se las esperan, pues de noche bajan, y por la mañana… inundan todo lo que pasa. Cinco cambios de sitio, veinte toallas mojadas. El viento es característico, pues fuertes son las rachas. Se llevan tus sombrillas… de forma descarada. Pero nada hay que no se arregle con baile y tapas.
Sueño gaditano, deja tus preocupaciones en sus manos. No te acuestes temprano. En la distancia del tiempo, cerca, pero siempre lejos, ahí esperando. Mezcla de espuma y arena, olas de sabores que siempre navegan. Eterno contraste. Acogedora y rebelde, sus tintes morunos te envuelven. Y el vinito de Chiclana, para las tardes en calma. Mar, sierra, marisma y duna. Todo junto o de una en una. Contemplar y contemplar. Nada podemos desperdiciar. Sandalias en la arena que siempre dejan huella. Ese acento inconfundible, que revela secretos de toda una era. Y siempre a la orilla del mar con un cigarro, una caña y mucho de qué hablar. Tierra de gracia y sol. Volveré seguro, pues enamorada me dejó.
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