El tren de los sucesos

La vida no es más que un viaje en tren. Sólo eso. Nada más acontece si no te subes en él. Todo un recorrido para ir contemplando pero también para participar en él. Nuestros padres nos sacan el billete al nacer. Son los primeros acompañantes que podemos tener. El resto, allí nos encontramos. Viajamos, vivimos, reímos, lloramos, y conversamos. No coincide la estación, pero podemos disfrutar de ellos mientras podamos. Al principio nos agobiamos. El tren va abarrotado. Amigos, familiares, conocidos y desconocidos en el asiento de al lado. Nunca queda vacío, aunque de pasajeros cambiamos. Como en todo viaje, no todos nos subimos por el mismo motivo ni avanzamos por el mismo camino. Diferimos en el destino. En algún punto nos desunimos. Algunos cuentan que se han perdido, otros suben a vivir un desatino, otros dicen venir de lejos, otros quieren encontrar cariño, otros buscan la soledad y otros no tienen nada que contar. Otros buscan la verdad y otros una oportunidad. Otros suben sin pensar, pues sólo quieren descansar. Otros no encuentran sitio. Se tienen que bajar. Solos o con compañía, otros vienen a ayudar. Quieren emprender el viaje hacia el destino, que tiene que llegar. Pasan baches y escondrijos. A veces dan ganas de abandonar.
 
 
 
Pero el viaje no termina hasta que tengas que bajar. Cada cual su final, que no es el mismo, claro está. No existe la igualdad, es la utopía de un viaje que queda atrás. El más largo que se hará. Los vagones separan las clases. Aunque el dinero no de la felicidad!. Los ricos ven la vida pasar en las cómodas butacas de la lujosa sala de estar. En otro compartimento, los pobres se las tienen que arreglar...pero algo les diferencia. Su honestidad. Dinero no tienen, nada material. Sólo sueños y esperanzas, de servir a la vida y luchar por trabajar. Cada vez que uno falta la espera se hace larga. Pero el tren vuelve a zarpar. Largo es el trayecto. Disfrutemos del camino... que nunca se repetirá. El equipaje es tu ilusión, poco debe de pesar. Tirar por la ventana las injusticias, para vivir en paz. ¿Y cuál es nuestra parada?. El tren, en todas parará. Hasta que no lleguemos, no se sabrá. Y cuando ese destino se acerque, las despedidas se extenderán. Dejaremos aquel tren, que solo nunca irá. Pero el buen pasajero... buen recuerdo tendrá y nunca le olvidarán, aquellos que se quedan para seguir rumbo y aprovechar. Que valga la pena siempre el recorrido, porque una vez que te bajes, ya nunca volverá. Sólo nos queda disfrutar de ese viaje hacia el destino, que no se repetirá más.
  




 



  
 

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